Desde que el hombre comenzó a dar explicaciones racionales a los fenómenos del mundo y
de la vida, los seres humanos lograron crear grandes sistemas filosóficos y múltiples
explicaciones que abarcaban prácticamente todos los ámbitos de la existencia.
Pero más allá de eso, desde la antigüedad se fue descubriendo y llevando a práctica un
modo de vida peculiar (por qué no llamarlo así) que comenzó a conocerse como el filosofar y
reflexionar críticamente los acontecimientos que nos rodeaban.
El ser humano comenzaba a maravillarse, asombrarse y también comenzaba a poner en tela
de juicio aquello que la sociedad tenía por obvio y que jamás cuestionaría.
Esos fueron los orígenes de la Filosofía y del filosofar, pero aun así aunque nos separan de
ese origen miles de años, la historia sigue mostrado que esos hombres que pensaban
diferente y de forma desafiante, eran un peligro para la sociedad.
De esa forma, se condenaron hombres, se quemaron libros y aun hoy los hombres siguen
pagando y arriesgándose por pensar. Porque una cosa es mirar la realidad ingenuamente,
como quien mira al espejo y cree que esa es "la verdad" y otra muy diferente es dar otras
lecturas al mundo, pensando críticamente para finalmente llegar a La Verdad.
Hoy en día los elementos que nos motivan a pensar críticamente son cada vez menos, al
punto que no valoramos quienes somos más que por todo aquello que poseemos y por cuán
competitivos somos al salir de nuestro capullo hacia la sociedad.
somos al salir de nuestro capullo al mundo social.
Si un estudiante o cualquier persona me pregunta para qué sirve la filosofía, aunque no me
gusta pensar en utilidad sino más bien en un sentido, respondería que la filosofía no sirve
solamente para dar explicaciones diferentes al mundo y llenarnos de teorías a las que es
necesario recordar de memoria por el resto de la eternidad.
La esencia de la filosofía se pierde si ese fuera su sentido.
Su sentido es perpetuar aquella práctica desafiante que los hombres vienen realizando
desde siglos atrás, a pesar de que inquiete y moleste a varias personas o incluso a grandes
sistemas políticos y sociales.
El sentido es el aprender a filosofar o como su primer nombre lo señala: quitar el velo que
oculta a la verdad para poder verla en su mayor esplendor.
El sentido es finalmente pensar críticamente, es decir no criticar porque algo guste o no,
sino criticar en el sentido etimológico de la palabra: separar la paja del trigo buscando lo que
es alimento y lo que no; de igual forma es necesario discriminar en la realidad (o lo que
creemos como tal) lo que es verdadero de lo falso, lo que está bien fundamentado de lo que
no. Solamente así lograremos un verdadero conocimiento del mundo y de nosotros mismos.
Ahora bien, podríamos decir que los seres humanos somos en esencia racionales, pero
además en nosotros juega aquella tradicional contradicción entre la razón y las pasiones. Por
lo mismo, no vamos a pensar críticamente de la nada ni filosofaremos por nuestra propia
condición humana. Somos seres capaces de pensar, toda nuestra naturaleza biológica y
condición humana no está en contradicción con ello. Pero durante todos los tiempos - y la
historia está como testigo- fueron y son pocos (al menos no ha sido la mayoría) los que se
atreven a ir contra aquellos dogmas incuestionables, personas de poder y órdenes
establecidos.
Seguramente, el filosofar sea una de las pocas actividades que podemos realizar solos; pero
sin duda antes, muchas personas necesitamos de aquel otro, un maestro -como en su época
lo ha sido Sócrates- que nos ayude a observar nuestros propios prejuicios, debilidades y
"verdades" incuestionables para luego así lograr ponerlas en tela de juicio y pensar
libremente.
De ahí el verdadero sentido de la Filosofía, o mejor dicho de la Filosofía en educación...