jueves, 3 de junio de 2010
Educación Sexual... ¿De qué se trata?
La definición de trabajo propuesta por la OMS orienta la necesidad de educar la sexualidad humana y para esto es de suma importancia reconocer los derechos sexuales y reproductivos; entre ellos encontramos el derecho a la libertad sexual, el derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo, el derecho a la privacidad sexual, el derecho a la equidad sexual, el derecho al placer sexual, el derecho a la expresión sexual emocional, el derecho a la reproducción, a formar una familia, a la salud integral, el derecho a información basada en el conocimiento científico y también el derecho a la educación sexual como formador de sujetos autónomos y con base de ciudadanía, destacándose la sexualidad con su papel principal de formación de identidad y personalidad del sujeto y en el establecimiento de vínculos con otras personas.
La sexualidad no sólo debe verse como goce en el contacto intimo del acto sexual y su educación como simple transmisión de contenido informativo sobre prevenciones y enfermedades de transmisión sexual, sino que se la debe ver como goce en la relación y vinculo con el otro y en la consideración de él. Entonces debemos de mostrar en la educación que la sexualidad abarca todos los ámbitos de la vida del individuo, desde la formación de la personalidad, el disfrute del vínculo, afectos y comunicación con los otros, a la reproductividad, entrelazando toda la dimensión humana e incluso el marco de valores contextuales que determinan al individuo.
Los docentes debemos valorar a sus alumnos como personas sexuadas, debemos incorporar la sexualidad de la que hablamos en las practicas para permitir el intercambio y relación del grupo en el aula, debemos conocer el proceso de desarrollo de los alumnos para identificar en qué etapa evolutiva se encuentran y favorecer la etapa que estén viviendo, debemos promover a que los alumnos puedan reflexionar sobre la sexualidad en todos y cada uno de los ámbitos que hablamos para favorecer el desarrollo moral de los alumnos. Es fundamental promover la reflexión de los problemas que trae aparejado la sexualidad, así como los que encontramos en el sexo con los problemas de homofobia, violencia contra la mujer, discriminación, desigualdad por orientación sexual y género; los problemas en la vinculación afectiva como la violencia en la pareja, los celos, el control de la pareja; el erotismo y problemas tales como disfunciones sexuales o las infecciones de transmisión sexual; y problemas en la reproductividad como desordenes de la fertilidad, abandono de los hijos, violencia y maltrato infantil.
El trabajo en equipo, cooperativo, en un ambiente que genera confianza, invita a relacionarse con los demás, a compartir experiencias, a la comunicación, al diálogo, a pensar, a reflexionar, a discutir con buena fe, a querer descubrir, a involucrarse, a interesarse por conocer y conocerse, se incentiva el encuentro consigo mismo y con los demás, se revaloriza la importancia de lo afectivo en la vida de la persona y fundamentalmente se logra la escucha entre compañeros, la tolerancia y el respeto mutuo tan importantes para la convivencia en sociedad, para la Democracia y para la autonomía del individuo
La educación sexual –así como cualquiera de las materias del liceo- debe tender al desarrollo de seres humanos capaces de evaluar el mundo en que viven y a sí mismos, así como el expresarse con fluidez y de forma creativa y cuidadosa con los demás. Reflexionando sobre cualquiera de los problemas que atañen a la sexualidad, los jóvenes se preguntaran por si mismos, se identificaran y darán significado a cuestiones de su vida que antes no entendían. Los alumnos se abrirán al diálogo y la reflexión y sentirán de cerca las consecuencias que trae el ser discriminado según raza, orientación sexual o incluso pensar diferente, reflexionarán sobre lo que es justo o no, lo que es bueno o malo y así desarrollarán conceptos y diferentes actitudes –en especial una actitud critica- ante la vida o ante las relaciones humanas en una actualidad donde estas se ven tan descalificadas.
Entonces si bien partimos de la biología, de impulsos sexuales, un aparato hormonal que maneja un aparato reproductivo, no es posible explicar todos los comportamientos sexuales humanos individuales por medio del instinto. La cultura, los valores, las normas en los que nos vemos inmersos desde que nacemos, los vínculos que se forman en sociedad, todos y cada uno de ellos intervienen en lo que llamamos sexualidad del ser humano. La complejidad de los comportamientos sexuales de los humanos es producto de su cultura, su inteligencia y de sus complejas sociedades, y no están gobernados enteramente por los instintos, como ocurre en casi todos los animales, ya que su forma y expresión dependen de la cultura y de elecciones personales.
La sexualidad de un niño no es la misma que la de un adolescente o un adulto y por lo tanto cada etapa de la vida y la educación que en ella se imponga debe atender necesidades especificas en el desarrollo del ser humano; es necesario entonces reconocer al niño como ser sexuado, en relación consigo mismo y con otros, para que se construya una identidad sexual propia. Debe estimularse a que los niños conozcan las partes de su cuerpo, que sepan cuidarlo y defenderlo, se debe enseñar a que niñas y niños son diferentes pero que ambos merecen los mismos derechos y oportunidades, deben aprender a amar, a ganar y soportar perdidas, también a cuidar de los más pequeños (futura reproductividad= mascotas o muñecos). En cuanto a los adolescentes debe mostrarse que pueden vivir su sexualidad libremente, debe enseñárseles que no sólo refiere al acto sexual sino a una multiplicidad de condiciones reproductivas y afectivas, y que aunque lo fuese no debe tenerse temor hablar de ello. Se les debe enseñar la importancia de la reproducción, los valores de los afectos y los vínculos, enseñarles a que somos todos iguales, que no debe haber discriminación y fundamentalmente enseñar a ser autónomos y libres… mi sexualidad, mi decisión de reproducción, mis afectos, mi elección sexual, son solo mías y de nadie más.
La sexualidad es un concepto tan amplio que abarca todo lo relacionado con la realidad; es una manera de vivir y así cada persona tiene su propio modo de vivir el hecho de ser mujer u hombre, su propia manera de situarse en el mundo, mostrándose tal y como es. La sexualidad incluye la identidad sexual y se manifiesta a través de los roles de género que constituyen la conciencia de ser una persona sexuada, con el significado que cada persona de este hecho.
Entonces las manifestaciones que uno tiene de su propia sexualidad se van construyendo a lo largo de la vida, y en la medida en que los derechos sexuales sean reconocidos, ejercidos y respetados, tendremos sociedades más sanas sexualmente.
La escuela entonces –y por supuesto la familia- debe potenciar un auténtico sentido crítico en el pensar y el actuar y debe enseñar a los alumnos a ser libres, a conocerse a si mismos, a disfrutar del placer de los vínculos afectivos, debe educar los sentimientos o emociones y las tendencias humanas, entre las que el amor, tiene carácter primordial. La educación afectivo-sexual, es necesaria como marco cultural que hace posible la creatividad y el encuentro.
Stefanie R
“Meditaciones Metafísicas” Descartes ¿Cuál es el valor estratégico que tiene el ejemplo del trozo de cera en el pensamiento cartesiano?
“Meditaciones Metafísicas”
René Descartes
Segunda meditación: Análisis del ejemplo del trozo de cera
¿Cuál es el valor estratégico que tiene el ejemplo del trozo de cera en el pensamiento cartesiano?
Como ya hemos visto con anterioridad, Descartes conoce con claridad y distinción su naturaleza como sujeto pensante (“pienso, luego existo”). A continuación la preocupación de Descartes será salir de ese conocimiento inmediato de su existencia, para dirigirse hacia la realidad exterior a él.René Descartes
Segunda meditación: Análisis del ejemplo del trozo de cera
¿Cuál es el valor estratégico que tiene el ejemplo del trozo de cera en el pensamiento cartesiano?
Nos preguntamos así ¿Cómo podemos conocer? ¿Cómo podemos afirmar otras existencias? Para responder a esto Descartes examinará cuidadosamente diferentes posibilidades de conocer mediante el ejemplo del trozo de cera. En primer lugar se referirá a los sentidos, diciendo que no podemos confiarnos en lo que ellos nos muestran porque las cualidades sensibles o accidentales de los objetos (color, sabor, aromas, etc.) están sujetos al cambio, pero son superfluas ya que aunque estas varían no afectan lo que el objeto es, su esencia (cualidades primarias), en este caso “ser” la cera. En segundo lugar Descartes se refiere a la imaginación que nos permite conocer la cera como cuerpo físico extenso; pero aun así nunca podríamos imaginar todo cambio que la extensión (longitud, anchura, y profundidad) y figura podrían tener. De esta forma concluye en que no puedo conocer la cera por sentidos o imaginación sino gracias a mi entendimiento que me permite tener la idea de la cera.
Decimos entonces que tengo una idea clara y distinta de que “soy”, pero es importante destacar que la existencia de ideas en mi pensamiento no es prueba de la existencia de las cosas que ellas representan fuera de mi. Así encontramos lo que él llama ideas innatas, una de ellas será la idea de sí mismo que mediante este ejemplo ha sido reforzada (idea de substancia pensante finita=res cogitans) y la idea de los cuerpos (idea de substancia extensa finita=res extensa) que encontramos claramente en la ya trabajada “Distinción real entre cuerpo y alma” y el ejemplo del trozo de cera.
¿Qué insuficiencias presenta el ejemplo del trozo de cera?
Como vimos, el ejemplo del trozo de cera le permite saber a Descartes un poco más de sí mismo, sobre qué lugar tienen los sentidos y el entendimiento en el conocer. Pero a esto nos surgen algunas dificultades; la primera de ellas resulta al cuestionarnos ¿Qué son las cosas entonces? Y nos encontramos que por lo pronto las cosas son tan solo las ideas que de ellas posee mi entendimiento –idea de cuerpo, cielo, sensación, etc- que quedan incluidas en mi pensamiento sin dar cuenta de si existen o no fuera de mí. Queda de esta forma el mundo reducido a mis ideas, a mi entendimiento ¿Pero por fuera no existe nada más?.
Otro problema al profundizar más en la cuestión - también es planteada por Mario Caimi - resulta al preguntarnos de qué me valgo para juzgar que es la misma cera o no a pesar de los cambios sensibles. En el ejemplo de la cera o también en el de observar la ventana y ver trajes y paraguas concluyendo o juzgando que son hombres vemos claramente como la actividad de juzgar (de decir: tal cosa es…) está plenamente subordinada a una experiencia previa; por ejemplo digo que es un hombre o es cera porque lo he percibido en mis experiencias anteriores mediante los sentidos. El juzgar nos parece así seguro por ser una modalidad del pensamiento, pero si reflexionamos notamos que lo que nos permite emitir juicio de sobre qué es tal cosa es a partir de experiencias sensoriales previas. Notamos así cómo toma cierta importancia lo sensorial y se hace casi inevitable en el sistema cartesiano, de manera que como dice Octave Hamelin “Nuestra única facultad cognoscitiva es el entendimiento: sin embargo en la tarea de conocer intervienen otras facultades como los sentidos… aun amenazado por algunos peligros, los sentidos están hechos para servirle”. De esta forma el entendimiento al igual que los sentidos podrían estar totalmente equivocados, volviendo otra vez a la duda a causa de aquellos engaños del Genio Maligno. Por lo dicho no sabemos si estamos despiertos o dormidos, y por lo tanto no sabemos si en realidad ese trozo de cera existe, o es generado por el Genio que lo produce con todas sus cualidades. Volveríamos aquí a la primera y única certeza que continuamente se nos impone y es más fácil de conocer que todas las demás: mi existencia como ser pensante, entendimiento, razón… “pienso, luego existo”.
Stefanie R.
Texto fuente
Descartes, René: “Meditaciones metafísicas”
Bibliografía crítica
Caimi, Mario: “René Descartes. Discurso del método” Ed. Colihue. Bs. As. 2004
Hamelin, Octave: “El sistema de Descartes” Ed. Losada. Bs. As. 1949
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