“Meditaciones Metafísicas”
René Descartes
Segunda meditación: Análisis del ejemplo del trozo de cera
¿Cuál es el valor estratégico que tiene el ejemplo del trozo de cera en el pensamiento cartesiano?
Como ya hemos visto con anterioridad, Descartes conoce con claridad y distinción su naturaleza como sujeto pensante (“pienso, luego existo”). A continuación la preocupación de Descartes será salir de ese conocimiento inmediato de su existencia, para dirigirse hacia la realidad exterior a él.René Descartes
Segunda meditación: Análisis del ejemplo del trozo de cera
¿Cuál es el valor estratégico que tiene el ejemplo del trozo de cera en el pensamiento cartesiano?
Nos preguntamos así ¿Cómo podemos conocer? ¿Cómo podemos afirmar otras existencias? Para responder a esto Descartes examinará cuidadosamente diferentes posibilidades de conocer mediante el ejemplo del trozo de cera. En primer lugar se referirá a los sentidos, diciendo que no podemos confiarnos en lo que ellos nos muestran porque las cualidades sensibles o accidentales de los objetos (color, sabor, aromas, etc.) están sujetos al cambio, pero son superfluas ya que aunque estas varían no afectan lo que el objeto es, su esencia (cualidades primarias), en este caso “ser” la cera. En segundo lugar Descartes se refiere a la imaginación que nos permite conocer la cera como cuerpo físico extenso; pero aun así nunca podríamos imaginar todo cambio que la extensión (longitud, anchura, y profundidad) y figura podrían tener. De esta forma concluye en que no puedo conocer la cera por sentidos o imaginación sino gracias a mi entendimiento que me permite tener la idea de la cera.
Decimos entonces que tengo una idea clara y distinta de que “soy”, pero es importante destacar que la existencia de ideas en mi pensamiento no es prueba de la existencia de las cosas que ellas representan fuera de mi. Así encontramos lo que él llama ideas innatas, una de ellas será la idea de sí mismo que mediante este ejemplo ha sido reforzada (idea de substancia pensante finita=res cogitans) y la idea de los cuerpos (idea de substancia extensa finita=res extensa) que encontramos claramente en la ya trabajada “Distinción real entre cuerpo y alma” y el ejemplo del trozo de cera.
¿Qué insuficiencias presenta el ejemplo del trozo de cera?
Como vimos, el ejemplo del trozo de cera le permite saber a Descartes un poco más de sí mismo, sobre qué lugar tienen los sentidos y el entendimiento en el conocer. Pero a esto nos surgen algunas dificultades; la primera de ellas resulta al cuestionarnos ¿Qué son las cosas entonces? Y nos encontramos que por lo pronto las cosas son tan solo las ideas que de ellas posee mi entendimiento –idea de cuerpo, cielo, sensación, etc- que quedan incluidas en mi pensamiento sin dar cuenta de si existen o no fuera de mí. Queda de esta forma el mundo reducido a mis ideas, a mi entendimiento ¿Pero por fuera no existe nada más?.
Otro problema al profundizar más en la cuestión - también es planteada por Mario Caimi - resulta al preguntarnos de qué me valgo para juzgar que es la misma cera o no a pesar de los cambios sensibles. En el ejemplo de la cera o también en el de observar la ventana y ver trajes y paraguas concluyendo o juzgando que son hombres vemos claramente como la actividad de juzgar (de decir: tal cosa es…) está plenamente subordinada a una experiencia previa; por ejemplo digo que es un hombre o es cera porque lo he percibido en mis experiencias anteriores mediante los sentidos. El juzgar nos parece así seguro por ser una modalidad del pensamiento, pero si reflexionamos notamos que lo que nos permite emitir juicio de sobre qué es tal cosa es a partir de experiencias sensoriales previas. Notamos así cómo toma cierta importancia lo sensorial y se hace casi inevitable en el sistema cartesiano, de manera que como dice Octave Hamelin “Nuestra única facultad cognoscitiva es el entendimiento: sin embargo en la tarea de conocer intervienen otras facultades como los sentidos… aun amenazado por algunos peligros, los sentidos están hechos para servirle”. De esta forma el entendimiento al igual que los sentidos podrían estar totalmente equivocados, volviendo otra vez a la duda a causa de aquellos engaños del Genio Maligno. Por lo dicho no sabemos si estamos despiertos o dormidos, y por lo tanto no sabemos si en realidad ese trozo de cera existe, o es generado por el Genio que lo produce con todas sus cualidades. Volveríamos aquí a la primera y única certeza que continuamente se nos impone y es más fácil de conocer que todas las demás: mi existencia como ser pensante, entendimiento, razón… “pienso, luego existo”.
Stefanie R.
Texto fuente
Descartes, René: “Meditaciones metafísicas”
Bibliografía crítica
Caimi, Mario: “René Descartes. Discurso del método” Ed. Colihue. Bs. As. 2004
Hamelin, Octave: “El sistema de Descartes” Ed. Losada. Bs. As. 1949
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