Cuando hablamos de ciencia cotidianamente y para sentirla de hecho más nuestra y no sólo de los científicos, nos referimos a ese conjunto de conocimientos teóricos y prácticos que permiten que mi estadía en el mundo sea posible e incluso placentera.
Por lo tanto tenemos en claro los beneficios e incluso aquellos descubrimientos amenazantes para el hombre como la “Bomba atómica”, y aquellas aplicaciones que la ciencia nos brinda día a día en un supuesto veloz progreso que corre delante de nuestros ojos sin siquiera parecer pedir permiso; disfrutamos de la tecnología, nos tranquilizamos ante la salida de nuevos medicamentos, nos admiramos con clonaciones, inseminaciones artificiales, etc; y admiramos de tal manera todo lo que nos brinda la ciencia que la vemos como una especie de mundo paralelo al nuestro, independiente de nosotros, pero de la cual “tomamos prestado” su multiplicidad de descubrimientos.
Ante todo esto deberíamos preguntarnos ¿De dónde salen todos esos progresos teórico- prácticos a los cuales nosotros llamamos ciencia?, ¿La ciencia es tan independiente de nuestras sociedades que pasa a estar en manos sólo de unos pocos llamados científicos?... Es con estas preguntas que nos encontramos en la necesidad de crear o mejor dicho reconstruir una Historia de las Ciencias que me permita dar cuenta de su complejo e importante desarrollo, para conocer la multiplicidad de cambios que ha “sufrido” y que la han dirigido a lo largo de todos los tiempos. Por mi parte no me dedicaré a recrear esa Historia de la Ciencia que de hecho es muy larga y compleja, pero si me ocuparé de un problema no menor que refiere al enfoque que debe de tenerse al realizar ese estudio de la evolución histórica de la ciencia.
Como venimos diciendo, e incluso Juan José Saldaña[1] también interesado por este problema lo destaca, se suele creer que la ciencia incide mucho en la vida cotidiana del hombre con sus adelantos tecnológicos y descubrimientos, pero olvidamos -o no nos damos cuenta- cómo nosotros, es decir la sociedad, también incide en ella. Esto puede parecernos inconcebible a primera vista pero tratemos de reflexionar sobre ello para la búsqueda de un posible enfoque para el estudio de la Historia de la Ciencia. Ante esto nos introducimos en un tema de gran controversia en los últimos tiempos ¿Externalismo o Internalismo?
Nos remontamos al Siglo XVIII donde el positivismo toma desde su origen gran importancia en el quehacer científico y el empirismo lógico producto de este, propone un sistema de racionalidad para operar con él en la investigación científica. Así se generan los criterios de demarcación a seguir para determinar lo que es ciencia de lo que no, estableciendo principios epistemológicos. De allí se desprenden diferentes epistemologías como las llamadas normativas o las que conocemos por descriptivas. A grandes rasgos decimos que estas se diferencian por ser las primeras las que basan sus criterios en cuestiones lógico- epistemológico, las que niegan todo sujeto cognoscente, subjetividad, historicidad y refieren exclusivamente al contexto de justificación; por su parte las epistemologías descriptivas además de los criterios lógicos aceptan los psicológicos, sociológicos, históricos, su centro es el sujeto que conoce y su contexto es el de descubrimiento.
Como bien sabemos el positivismo lógico parte de la base de que la razón encuentra su mayor expresión en la ciencia y cree que esta misma posee una razón propia que se puede aislarla de cualquier influencia exterior. De allí la ciencia tendrá una coherencia interna, independencia y autonomía, no sólo necesaria para su origen y desarrollo, sino también suficiente en sí misma.
Así nos encontramos con este internalismo que situado en las epistemologías normativas supone el estudio del desarrollo de la ciencia como un proceso de producción y desarrollo del conocimiento intrateórico, autosuficiente e independiente de toda influencia exterior como lo económico, político y social; que en su propio movimiento va desarrollando lenguajes, teorías, ideas y leyes científicas.
Este perfil ve a la ciencia como aislada de todo aquello que pueda ocurrir en la sociedad en que se desarrolla o surge, y el estudio desde esta perspectiva observará que la ciencia existe plenamente gracias a ella misma sin la intervención de nada externo a ella que la determine o condicione. Como dice Medina[2] “Tal suposición parece una actualización del platonismo en la medida en que asume que el Mundo de las Ideas posee una verdad intrínseca, preexistente e independiente de todos los hombres...”
Siguiendo con Medina[3], resulta interesante la distinción que él hace entre Internalismo duro o radical y el flexible; en el Internalismo duro nos pone como ejemplo a Koiré, entre otros, que sostiene de manera radical lo que veníamos hablando, que la racionalidad científica subsiste independiente de todo factor externo de cualquier tipo ya que estos llevan a la invalidación de las teorías porque afecta el contenido de verdad (inductivismo). Medina llamará internalistas flexibles a Popper y Lakatos que mostraron según este una crítica a la inducción donde para ellos lo empírico y externo siempre está en juego en la selección de hechos (aunque en menor medida y subordinado lo segundo a lo primero); y esto quitaría su carácter de “pura” racionalidad y objetividad.
En el otro extremo encontramos al externalismo que se corresponde a las epistemologías descriptivas, y a diferencia del anterior no sólo acepta sino que incluso ve como necesaria la relación entre el origen o desarrollo de la ciencia con otras formas de conocimiento y con la estructura económico- político- social de una sociedad determinada, lo mismo que acepta la relación entre teoría y práctica. Si el externalismo ha sufrido grandes caídas a lo largo del tiempo (recuperándose recién por los años 70 u 80) ha sido por el extremo de pensar que la ciencia se deriva exclusivamente de la economía, mercado y producción material de una sociedad. Este es un caso especial de externalismo que lo llamamos Materialismo histórico Marxista[4], que explica la producción científica como producto de relaciones sociales, de trabajo y del hombre con los materiales de trabajo, que no sólo constituyen una forma de ser del hombre (ser alienado) sino también los conocimientos científicos de su sociedad; de esta forma la superestructura de la sociedad -del esquema tan conocido de Marx- determinará entre otras cosas el desarrollo de la ciencia.
El externalismo entonces –sin caer en esa especie de radicalismo- será el que se interesa por esa conexión necesaria entre teoría y práctica, ciencia y sociedad, incluyendo allí a la economía, formas culturales y sociales, religión y tecnología.
Ahora bien, luego de conocer las dos posturas bien diferenciadas ¿Cuál de las dos posturas sería mejor elegir para abordar un estudio de la Historia de la Ciencia?
Como bien sabemos, la historia de la ciencia ha sido un largo y complejo desarrollo que da cuenta de la gran capacidad del hombre del uso su herramienta más preciada: el pensamiento, la razón.
Como ya hemos visto en oportunidades anteriores, el claramente externalista Farrington[5] en su intento por lograr una visión clara sobre el comienzo de la ciencia, se remonta hacia épocas antiguas, millones de años antes de Cristo para mostrar cómo el hombre siempre estuvo tan cercano a la ciencia aunque no conociese su nombre. De esta manera desde que los hombres pisaron la Tierra pusieron todo de sí para su sobrevivencia; a grandes rasgos, lograron utilizar el fuego, crearon herramientas para la caza y todo tipo de trabajos, utilizaron las matemáticas, la astronomía, el arte; crearon historias de Dioses y luego historias puramente racionales para entender más el mundo que los rodeaba; hicieron experimentos, observaron e incluso pusieron signos de pregunta a lo que nos mostraba la experiencia o teorías anteriores; formularon, reformularon, criticaron, cuestionaron y solucionaron.... en fin, el mundo fue haciéndose cada vez más complejo, cambiaron los intereses, surgieron nuevas preguntas , nuevas exigencias para la sobrevivencia, y el hombre fue capaz a lo largo del tiempo de crear herramientas, experimentos y teorías cada vez más complejas y muy diferentes a las anteriores. Lo mostraron los mitos como el de Marduk y luego la gran implementación racional con Tales al explicar el mundo ya sin la ayuda o intervención de Dioses caprichosos y vengativos que al final eran iguales o peores que nosotros los seres humanos. Las explicaciones, las necesidades del hombre iban en aumento y por ello se buscaban nuevas soluciones; lo mismo podemos decir que sucedió con científicos que les sucedieron como Copérnico, Galileo, Newton, Einstein e incluso acercándonos más a la actualidad con las nuevas exigencias en la sociedad que dieron lugar a ese casi sinónimo de la ciencia que llamamos tecnología.
De esta forma ¿Acaso no tuvieron influencias sociales esas innovaciones teórico-prácticas?, ¿Acaso hoy no incide en la dirección que toma la ciencia la necesidad por una nueva vacuna o nuevas explicaciones a hechos que suceden el mundo?
Ahora bien, no significa con esto que la causa del desarrollo de la ciencia se encuentra sólo fuera de ella, pero las causas externas de seguro si deben ser tomadas en cuenta. De esta forma todo conocimiento científico se encuentra inserto en una sociedad y época determinada, tuvo que haber un porqué, un tipo de determinación e interés social o personal, que hicieran que Galileo y no otro de su tiempo o de antes, logrará plantear su modelo heliocéntrico del Universo. Por supuesto que acepto que la ciencia de la época antigua aún no estaba tan desarrollada como si ya lo estaba en la época moderna, y que sí incide en Galileo su antecedente Ptolomeo, un desarrollo intrateórico importante dentro de la misma ciencia; pero debe de incidir algo más en la ciencia, una influencia social, características subjetivas del científico que dirigen su investigación, o quizás, al estilo de Fouréz[6], un simple observar del sujeto que ya estructura un modelo teórico...
De esta forma, el científico que depende de todo un desarrollo propio de la ciencia como el avance de leyes, teorías, métodos, etc, para emprender una investigación (así como hoy en cuanto a la tecnología la creación de modernas computadoras aún depende del primario lenguaje binario) también debe de conocer y responder las exigencias que impone el desarrollo de su sociedad, como también estará condicionado y determinado por sus propios intereses y concepciones psicológicas y filosóficas. De esta forma la ciencia ya no es tan independiente del mundo en que se encuentra, ya que aunque lo interno de la ciencia resulta condición necesaria para el desarrollo de esta, no así es lo suficiente, pues toma gran importancia el vínculo ciencia- sociedad.
Obiols[7] en sus escritos sobre la posmodernidad nos remarca cómo en la actualidad la nueva concepción de la ciencia como no objetiva y ya no puramente racional, se comienza a ver claramente en filósofos como Kuhn. Como indica Saldaña[8], Kuhn que en un primer momento nos puede parecer internalista, es el primero en intentar romper la barrera tajante entre externalismo e internalismo, ya que incluye poco a poco en su pensamiento factores externos provenientes de una sociedad con todas sus complejas características. Tenemos ejemplos claros que nos da Kuhn en sus obras[9], es el caso del concepto de Paradigma como esa matriz disciplinar que incluye no sólo conceptos teóricos sino también un conjunto de valores, creencias, e incluso intereses que comparte una comunidad científica específica. Así mismo otro ejemplo es la Revolución científica que lo relaciona con una revolución política donde las instituciones, las ideologías, los valores, intereses, etc... cambian. Como vemos en el paradigma de Kuhn se unen o mejor dicho se ponen en juego tanto internalimo como externalismo, contexto de justificación y contexto de descubrimiento.
Buscando ejemplos claros sobre como externalismo e internalismo no son más que dos caras de una misma moneda que van de la mano y que una división o elección de una u otro contexto resulta innecesaria, nos encontramos con el que presenta Medina[10] parafraseando a P. Forman donde se interesa sobre cómo los problemas internos son sólo uno de los factores causales de la ciencia. Forman estudia cómo científicos del período anterior a la invención de la mecánica cuántica (década del 20) debieron adaptarse primero al contexto intelectual en que se encontraban y del cual recibían muchas críticas, para luego lograr salir de la crisis en que se encontraba la antigua mecánica cuántica.
Otro de los grandes ejemplos que destaca Saldaña[11] e incluso toma de Mikulinsky[12] es el de Darwin y su teoría sobre la evolución de las especies donde aunque comienza las investigaciones por problemas propiamente internos de ciencias como la Biología y Geología, Darwin no encontrará solución que lo conforme por completo recolectando hechos que den cuenta dicha evolución, y por ello extenderá su trabajo a ver no sólo la evolución sino cómo ha sido el origen de esta. Es aquí donde entra la idea de selección natural para crear razas únicas de animales y plantas que toma del que hacer práctico, y también la idea de lucha por sobrevivencia que no sólo remarcaba que todo animal debía adaptarse a sus condiciones de existencia para sobrevivir o morir, sino también todo hombre de su época que debía adaptarse a la nueva sociedad capitalista. Ambas le sirvieron para crear su teoría evolucionista. Como vemos Darwin sólo encontrará la solución apoyándose en lo práctico, en nociones demográficas y de supervivencia que tomó del economista Malthus.
De esta forma viendo como se vuelve casi inevitable que lo interno y externo se ponga en juego, dando ambas en una especie de retroalimentación dan paso no sólo al origen sino también al desarrollo de la ciencia, verificamos lo que el gran científico Albert Einstein[13] nos ha dicho: “La ciencia considerada como proyecto que se realiza progresivamente, es tan subjetiva y está tan psicológicamente condicionada como cualquier otra empresa humana.”.
Podemos decir así que la ciencia no es el tren que pasa frente a nuestras narices siguiendo de largo, sino que podemos subirnos en cada estación y aún quizás manteniendo su propia estructura, reglas y mecanismos de función, nosotros hemos de hecho marcado su rumbo con nuestras subjetividades, el desarrollo de nuestras necesidades y exigencias sociales.
Sólo teniendo en cuenta todo esto podremos abordar un verdadero estudio de la Historia de la Ciencia.
Stefanie Riani M.
[1] J. J. Saldaña: “La ciencia y la no ciencia en la explicación histórica de las ciencias”
[2] E. Medina: “La polémica internalismo/ externalismo en la Historia de la Ciencia y la Sociología”
[3] IDEM
[4] J. J. Saldaña: “La ciencia y la no ciencia en la explicación histórica de las ciencias”
[5] Farrington: “Ciencia griega”
[6] G. Fourez: “La construcción del conocimiento científico” Cap2. La observación
[7] G. Obiols- S. Di Segni: “Adolescencia, posmodernidad y escuela secundaria”
[8] J. J. Saldaña: “La ciencia y la no ciencia en la explicación histórica de las ciencias”
[9] Kuhn “La estructura de las revoluciones científicas”
[10] E. Medina: “La polémica internalismo/ externalismo en la Historia de la Ciencia y la Sociología”
[11] IDEM 9
[12] S. R. Mikulinsky “Introducción a la teoría de la Historia de las Ciencias”
[13] Extraído de P. Thuillier “Ciencia y Subjetividad: el caso Einstein
Después de leer esto, tan serio y tan bien redactado me queda la duda de que diablos es lo que estoy escribiendo yo con mis cintas adhesivas, serpientes y fantasmas jeje. La felicito colega, veo que estudiando y todo le quedan fuerzas para escribir este tipo de cosas. Comparto que la distinción entre un afuera y un adentro es innecesaria, o mejor dicho, es tan clásica, rígida y doctrinaria que me despierta muchas sospechas. Creo que cualquier límite es ficticio. Esa "retro-alimentación", que habita aún en ese límite entre el adentro y el afuera (en este caso de la ciencia) precisamente lo destruye...encontramos un afuera dentro y un adentro afuera. Como bien dice Derrida, un afuera doméstico, y una prótesis del adentro(copión! copión!). Sin embargo, con respecto al enfoque si bien estas consideraciones son un comienzo yo no sabría todavía por donde empezar. Un beso grande! Diego
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